50 Ejemplos de Fortalezas y Debilidades de una Persona
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Las fortalezas son tareas o acciones que puedes hacer bien. Estos incluyen conocimientos, competencias, habilidades y talentos. Las personas usan sus rasgos y habilidades para completar el trabajo, relacionarse con los demás y lograr metas.
- Por ejemplo, ser buen líder es una fortaleza. Ya que te puede ser de gran ayuda a la hora de hacer trabajos en equipo o manejar grupos.
Por otro lado, las debilidades son una parte o cualidad particular de alguien o algo que no es bueno o efectivo en un área determinada o en la vida en general. Y que, de hecho, puede ser contraproducente para la persona.
- Usando el mismo ejemplo, ser un mal líder puede ser considerado una debilidad. Ya que te pone en situaciones desfavorables al tener que tomar responsabilidades o verte en cargos sobre cualquier grupo de personas.
Ejemplos de Fortalezas
- Apasionado. Cuando el entusiasmo te hechiza, te sientes sobrecargado y capaz de hacer cualquier cosa. Arrojas cada gramo de ti mismo en lo que haces
- Emprendedor. Siempre estás lleno de ideas y sabes cómo hacerlas realidad. Tus acciones muestran espíritu de iniciativa.
- Confiable. Las personas que te rodean saben que siempre pueden contar contigo. Terminas el trabajo que te asignan y nunca decepcionas a la gente.
- Creativo. Los caminos trillados no le interesan. En cambio, tu mente forja nuevos caminos hacia un territorio desconocido.
- Coherencia. Puedes que los sprints no sean lo tuyo, pero en largas distancias nadie puede competir contigo. Una vez que llegues a tu ritmo, nada afectará tus niveles de rendimiento.
- Paciencia. Sin dejarse intimidar por el fracaso y sin que los demás pierdan la calma, la tuya es verdaderamente la paciencia de un santo.
- Versátil. Eres capaz de lidiar con una variedad de situaciones diferentes y aun así salir ganando. Abordas nuevos desafíos con la seguridad de saber que podrás rendir al máximo, independientemente de las circunstancias.
- Ambicioso. Te impulsa el éxito. Es lo que deseas y harás lo que sea necesario para lograrlo.
- Determinado.Una vez que hayas identificado una meta, la alcanzarás sin importar el costo. No hay nada que pueda impedirte terminar lo que empiezas: posees una fuerza de voluntad parecida al granito.
- Arrancador automático. No necesitas que alguien te diga constantemente qué hacer. Sabes lo que tienes que hacer y puedes completar tu trabajo por iniciativa propia.
- Tranquilo y sereno. No importa lo que esté sucediendo a tu alrededor, nunca pierdes la calma. Incluso en medio de una gran crisis, mantienes la compostura, porque sabes que actuar apresuradamente nunca es aconsejable.
- Carismático. Naciste para liderar. Cuando hablas, los demás escuchan. Inspiras a otros a través de tus palabras y tus acciones.
- Competitivo. Si no tienes un objetivo que alcanzar, o alguien con quien compararte mientras trabajas para lograrlo, sientes que falta algo importante. La competencia saca lo mejor de ti.
- Racional. Eres objetivo y no dejas que las emociones afecten tus decisiones. La gente siempre puede contar contigo y con tu capacidad de ser imparcial.
- Eficiencia. Trabajas rápido y tus resultados son siempre excelentes. Una vez que comienzas, funciona como un reloj.
- Curioso. Cuando eras pequeño nunca dejabas de hacer preguntas. Y ahora que eres mayor, no has cambiado nada. Nunca estás contento con lo que ya sabes y siempre quieres saber algo más.
- Cortés y educado. No hay situación, no importa cuán formal o importante sea, que pueda desanimarte. Nunca te avergüenzas a ti mismo ni a la empresa a la que representas.
- Perfeccionista. No hay un solo detalle de tu trabajo que no sea exactamente como lo planeaste. No estás satisfecho con nada menos que el 100% de perfección.
- Buen oyente. Hay una gran diferencia entre escuchar y oír y nadie lo sabe mejor que tú; pareces comprender sin esfuerzo las necesidades de las personas.
- Organizado. Eres capaz de organizar tu trabajo para que nada escape a tu atención y siempre asignas las tareas según su nivel de prioridad adecuado.
- Crítico. Siempre estás investigando debajo de la superficie de las cosas, buscando motivos ocultos para someterlos a un escrutinio crítico. Sabes que la realidad nunca es tan simple como parece y te encanta tratar de descubrir qué está pasando realmente.
- Solucionador de problemas. Analizas el terreno y encuentras la solución más adecuada a cada situación. Donde otros ven problemas, tú ves soluciones.
- Colaborativo. Sabes que el desempeño del equipo es mucho más importante que el de cualquier individuo. Estás dispuesto a trabajar con otros, socializar y compartir y crear un clima propicio para el trabajo en equipo.
- Altruista. Pones los intereses de los demás antes que los tuyos y estás feliz de hacer algo útil para alguien más. Estás dispuesto a echar una mano a quien te pregunte, sin dudarlo.
- Empático. Puedes conectarte de forma natural con las personas con las que entras en contacto y comprenderlas, incluso sin hablar con ellas.
- Competitivo. Solo trabajas bien si hay una meta que alcanzar o alguien a vencer. Pero el clima en el trabajo puede verse afectado por tu feroz competitividad.
- Terco. Resuelto y testarudo, nada puede cambiar tu opinión una vez que hayas tomado una decisión. Te resulta difícil admitir que has cometido un error y, a menudo, perseverarás en un curso de acción incluso cuando no sea apropiado.
- Impulsivo. Sueles actuar con rapidez sin reflexionar demasiado. Pero esto te impide pensar adecuadamente en las consecuencias de tus elecciones.
- Crítico. Pones absolutamente todo en cuestión. A veces tienes razón, pero puedes llevar las cosas demasiado lejos y esto puede dificultar tu trabajo y el de tus compañeros.
- Indeciso. Nunca estás seguro de nada. La indecisión crónica y los constantes cambios de mentalidad te hacen incapaz de seguir adelante con una decisión sin pensarlo dos veces.
- Caótico. No puede organizar las cosas de la manera que deseas (y necesitas) y estás rodeado por un aire de caos. Tienes la costumbre, en medio de toda la confusión, de perder de vista u olvidar asuntos o citas importantes.
- Tardanza. Tu despertador es tu enemigo jurado. Ya sea que se trate de una cita o una fecha límite del proyecto, tienes dificultades para llegar a la hora acordada.
- Fortaleza y debilidad: perfeccionista. Solo eres feliz cuando algo es perfecto. Esto significa que a menudo no estás satisfecho porque no tienes tiempo para hacer las cosas tan bien como te gustaría.
- Hablas Demasiado. Las palabras te resultan fáciles. Lo que es más difícil es detenerlos. Eres incapaz de expresarte breve o sucintamente y mantenerte en el tema a veces puede resultar un desafío.
- Distraído. Eres tan multitarea que no puedes concentrarte en lo que estás haciendo en un momento dado y tu capacidad de atención a corto plazo es tan pequeña que significa que nunca pasa mucho tiempo antes de que estés pensando en otra cosa.
- Introvertido. Disfrutas tanto de tu propia compañía que te resulta difícil estar cerca de otras personas. Se necesita tiempo para establecer una buena relación con tus colegas y la idea de hablar en una reunión te pone a sudar frío.
- Impaciente. No puede dedicar tiempo a usted mismo ni a los demás. Esto te hace apresurar las cosas, y en tu prisa, pasas por alto los detalles y la calidad de tu trabajo se ve afectada como consecuencia.
- Pasivo. Te sientes incapaz de tomar la iniciativa o esperar a que otros lo hagan por ti. En lugar de responder con prontitud a los comentarios externos, simplemente los experimenta pasivamente.
- Sensible. Te tomas literalmente todo en serio, sin importar la situación, y tiendes a liderar con el corazón más que con la cabeza. A veces te falta claridad de pensamiento y si algo sale mal, te lo tomas como algo personal.
- Convencional. De la forma en que lo ves, las cosas siempre deberían ser iguales. Una vez que te has acostumbrado a una determinada forma de hacer las cosas, te resulta difícil imaginar otra forma de hacerlas. Y si te pidieran que hicieras algo creativo, no sabrías por dónde empezar.
- Indisciplinado. Si alguien te dice que hagas algo de cierta manera, asientes con la cabeza y luego haces las cosas de la manera que quieras. No te gusta seguir órdenes y prefieres decidir por ti mismo.
- Ansioso. Experimentas todo como si fuera un ataque a tu tranquilidad. Estás en un estado constante de ansiedad y el estrés te está causando daño psicológico.
- Dominante. Estás seguro de que tu punto de vista es el correcto e intentas imponerlo a los demás. No tienes reparos en ignorar las ideas y pensamientos de los demás para asegurarse de que los suyos prevalezcan.
- Egoísta. No puedes hacer algo por otra persona de forma desinteresada y, en cambio, buscas beneficios personales en cada oportunidad. Tu principal preocupación eres tú mismo.
- Procrastinador. “Nunca hagas hoy lo que puedas hacer mañana” es tu lema personal. Aunque para ser honestos, ¡Estás bastante seguro de que también habrá tiempo pasado mañana!
- Fanático del control. Tú micro gestionas cada pequeño detalle para asegurarte de que todo salga de acuerdo con el plan y te resulta difícil permitir que otros actúen de forma independiente.
- Lento. Tardas una eternidad en hacer las cosas, o al menos más de lo que te gustaría. No puedes entender cómo el tiempo logra pasar tan rápido y terminas trabajando como un loco para completar las tareas que te asignaron.
- Indiferente. En lo que a ti respecta, una opinión es tan buena como otra. Nada puede sacarte de esa valla neutral en la que estás sentado, mientras que el entusiasmo desenfrenado de los demás te deja indiferente.
- Intolerante. No puedes soportar opiniones que difieran de las tuyas. Te resulta difícil trabajar con personas que ven las cosas de manera diferente a ti y rechazas todos los esfuerzos para mediar.
- Inmaduro. Abordas todo como si fuera un juego, incluso cuando esto es inapropiado. No puedes ajustar tu comportamiento a las circunstancias ni tomarte las situaciones en serio.
Ejemplos de Debilidades en una Persona
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