Ejemplos De Narración En Segunda Persona
La narración en segunda persona es cuando se utiliza el pronombre «tú» para dirigirte al lector o al oyente en la historia. Es como si alguien te estuviera contando una historia y te hablara directamente a ti, involucrándote en la trama.
- Por ejemplo, imagina que estás leyendo un cuento que comienza así: «Tú te despiertas en una habitación desconocida. Miras alrededor y te das cuenta de que estás encerrado.« Como puedes ver, la historia utiliza la segunda persona para involucrarte en la trama y hacerte sentir parte de ella.
La narración en segunda persona puede ser muy efectiva para crear una conexión emocional entre el lector y la historia, ya que la hace sentir más personal y cercana. Sin embargo, también puede resultar un poco incómoda o forzada si se usa de forma excesiva o inapropiada. Por lo tanto, es importante utilizarla con cuidado y en el momento adecuado.
Características de la Narración en Segunda Persona
Las principales características de la narración en segunda persona son:
- Uso del pronombre «tú»: la narración en segunda persona utiliza el pronombre «tú» para dirigirse directamente al lector o al oyente.
- Involucramiento del lector: la narración en segunda persona busca involucrar al lector o al oyente en la historia, haciéndole sentir que es parte de ella.
- Sensación de intimidad: al dirigirse directamente al lector o al oyente, la narración en segunda persona crea una sensación de intimidad y cercanía entre el narrador y el receptor.
- Enfoque en la experiencia personal: la narración en segunda persona suele enfocarse en la experiencia personal del lector o del oyente, haciéndolo sentir que lo que está sucediendo en la historia le está sucediendo a él mismo.
- Limitaciones en la narración: debido a que la narración en segunda persona se dirige directamente al lector o al oyente, puede tener ciertas limitaciones en cuanto a la libertad narrativa, ya que debe ajustarse a la experiencia personal del receptor.
Ejemplos de narración en segunda persona
Por la complejidad de este estilo de narración en segunda persona, colocamos ejemplos muy específicos de cómo ha sido utilizada por diversos autores.
-
La cita. Edgar Allan Poe
En este ejemplo podemos ver como el autor se dirige explícitamente al lector de una manera retórica, complaciendo así el ego de quien lo lee:
“¡Hombre misterioso, de aciago destino! ¡Exaltado por la brillantez de tu imaginación, ardido en las llamas de tu juventud!
¡Otra vez, en mi fantasía, vuelvo a contemplarte! De nuevo se alza ante mí tu figura…
¡No, no como eres ahora, en el frío valle, en la sombra!, sino como debiste de ser, derrochando una vida de magnífica meditación en aquella ciudad de confusas visiones, tu Venecia, Elíseo del mar, amada de las estrellas, cuyos amplios balcones de los palacios de Palladio contemplan con profundo y amargo conocimiento de los secretos de sus salientes aguas.
¡Sí, lo repito: como debiste ser! Sin duda hay otros mundos fuera de éste, otros pensamientos que los de la multitud, otras especulaciones que las del sofista.
¿Quién, entonces, podría poner en tela de juicio tu conducta? ¿Quién te reprocharía tus horas visionarias, o denunciaría tu modo de vivir como un despilfarro, cuando no era más que la sobreabundancia de tus inagotables energías?” (Poe, 1956)
-
El corazón delator. Edgar Allan Poe
Aquí podemos observar cómo el narrador cuestiona a su audiencia con preguntas retadoras, lo que podría causar alarma y miedo en los lectores:
“¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco?
La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces?
Escuchen… y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia (…) Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio… ¡Si hubieran podido verme!
¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado… con qué previsión… con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo.” (Poe, 1956)
-
El río. Julio Cortázar
La narración en segunda persona ayuda mucho a quienes desean ser viscerales en sus textos de desamor como en el siguiente caso:
“Merecerías a alguien más dotado que yo para que te diera la réplica, entonces se vería alzarse a la pareja perfecta, con el hedor exquisito del hombre y la mujer que se destrozan mirándose en los ojos para asegurarse el aplazamiento más precario, para sobrevivir todavía y volver a empezar y perseguir inagotablemente su verdad de terreno baldío y fondo de cacerola.
Pero ya ves, escojo el silencio, enciendo un cigarrillo y te escucho hablar, te escucho quejarte (con razón, pero qué puedo hacerle), o lo que es todavía mejor, me voy quedando dormido, arrullado casi por tus imprecaciones previsibles, con los ojos entrecerrados mezclo todavía por un rato las primeras ráfagas de los sueños con tus gestos de camisón ridículo bajo la luz de la araña que nos regalaron cuando nos casamos, y creo que al final me duermo y me llevo, te lo confieso casi con amor, la parte más aprovechable de tus movimientos y tus denuncias, el sonido restallante que te deforma los labios lívidos de cólera.
Para enriquecer mis propios sueños donde jamás nadie se le ocurre ahogarse, puedes creerme.” (Cortázar, 2010)
-
Confesiones. El Diablo Ilustrado
Hablando de desamor, también el amor tiene cabida frecuentemente en este tipo de narración y así nos lo deja ver este autor que se presenta bajo el pseudónimo de El Diablo Ilustrado:
“Tú y yo, por poner un caso, nos hubiésemos escapado farallón abajo, tú por mí, yo por ti, cabalgando en estado de gracia toda la madrugada sobre el arrecife y, al alba, me habrías preguntado: ¿Y si te dijeran: “Pide un deseo”? en espera de que mi respuesta fuese tan universal como la que te estoy dando.
De manera que ya estaría cumplido mi global deseo; entonces, ante el genio de la lámpara, o el mismísimo Dios, con todas las fuerzas del amor y la energía que brota del no tener deudas de ningún tipo con los amigos o el resto de los mortales, es decir, con la más absoluta libertad, gritaría tu nombre.” (Ilustrado, 2006)
Tiempos verbales empleados en la narración en segunda persona
Para la narración en segunda persona lo más recomendable es utilizar los verbos en tiempo presente y en tiempo futuro. Al combinar estos tiempos se puede lograr un ambiente alarmante.
En el caso de los verbos en tiempo pasado no se recomienda tanto su uso porque puede hacer perder el suspenso. Además, el lector no posee recuerdos de la historia que le está siendo contada, lo que podría generarle pérdida de interés.