30 ejemplos de angustia
Este estado se produce por el miedo (muchas veces irracional) a un agente que representa peligro para nuestra integridad física o nuestro desempeño en situaciones sociales, como puede ser la exposición a un escenario desconocido o las relaciones interpersonales. Si quieres saber más sobre este malestar, a continuación, te mostramos 30 ejemplos de angustia en el día a día.
30 ejemplos de angustia
Relacionados con la percepción que otros tienen sobre nosotros:
- A pesar de que cada día se desarrollan más formas de mejorar la oratoria, hablar en público sigue siendo la pesadilla de muchos; y no es para menos. El solo pensar en tener a un gran grupo de personas mirando cada uno de tus movimientos y escuchando todo lo que dices, hace de esta una tarea que requiere mucha convicción a la hora de realizarse.
- Como animales sociales, la opinión que las personas tienen sobre nosotros es un factor importante dentro de la sociedad y desconocerla o sospechar que esta es negativa, puede llevarnos a sufrir altos niveles de angustia y estrés.
- Las malas relaciones con los compañeros de trabajo son, para algunos, pan de cada día. Sin embargo, cuando los problemas se vuelven reiterativos, podemos llegar a desarrollar síntomas físicos como malestar estomacal o jaquecas que son producto de estas interacciones y dinámicas diarias.
- Buscar aprobación de nuestro grupo es algo que nos define como seres humanos, pero que al mismo tiempo nos condena a vivir como esclavos de la opinión de los demás. En situaciones extremas, esta búsqueda de aprobación puede derivar en trastornos de personalidad más severos.
- Íntimamente ligado con los puntos anteriores, sentir que no formas parte de un grupo (por cualquier motivo; puede ser que no te sientas incluido, así como que te sientas despreciado por las personas a tu alrededor) es una de las principales fuentes de angustia y problemas emocionales a lo largo de toda la vida de un ser humano.
- Las relaciones interpersonales, ya sean de pareja o entre amigos, son un arma de doble filo, pues pueden proporcionarte alegría y seguridad, así como grandes dolores de cabeza si es que decides terminar con ellas.
- Como dijimos anteriormente, las interacciones son una de las cosas en las que más energía invertimos, por lo tanto, las relaciones abusivas o tóxicas pueden llegar a drenar completamente a quien las vive. Este tipo de situaciones produce grandes niveles de angustia en los individuos si es que siguen patrones de agresión psicológica. En caso de que la violencia sea física, resulta aún más complicado.
- Durante los últimos 30 años hemos avanzado a pasos de gigante en lo que a tecnología se refiere; de la misma forma, nuestra dependencia a las redes sociales y a aparatos tecnológicos en general ha evolucionado rápidamente hasta llegar a niveles nunca antes vistos. Un claro ejemplo de esto es que hay muchísimas personas que preferirían salir de su casa sin ropa interior antes que sin su celular…
- Al igual que con nuestra dependencia a las redes, las exigencias de los cánones de belleza para hombres y mujeres no ha hecho más que aumentar; esta situación puede no solo ocasionar angustia a quien se preocupa en extremo por su físico, sino que también puede desencadenar problemas más severos como la depresión, especialmente en jóvenes o personas con poca autoestima.
- Como hemos visto en ejemplos anteriores, las interacciones son una gran parte de nuestras preocupaciones; sin embargo, parece que todo se multiplica cuando se trata de hablar con el sexo opuesto. Ya sea con intenciones románticas o simplemente el deseo de entablar una conversación, existe una barrera invisible pero perceptible para muchas personas a la hora de hacer esto.
- Hablar con extraños también es algo que intimida a muchos, especialmente a los más tímidos, ya que al no saber quién es esta persona, tampoco sabemos qué esperar de ella. ¿Será que somos desconfiados por naturaleza o simplemente es una respuesta exagerada de miedo a lo desconocido? Una de las posibles respuestas a esta pregunta puede ser la siguiente:
- Le tenemos miedo a hacer el ridículo. Esto depende mucho de la cultura en la que hayamos crecido, pero al menos a nivel de países hispanos somos más propensos a evitar las situaciones en las que podamos “humillarnos” para que los demás no se lleven una mala imagen de nosotros.
Relacionados con la supervivencia y la integridad física:
- En un mundo donde el costo de la vida sube cada vez más, es obvio que el hecho de no tener dinero suficiente pueda agobiarnos hasta quitarnos el sueño, en especial si, además de cuidar de nosotros mismos, tenemos que hacernos cargo de terceros.
- Para niños y adolescentes, el acoso escolar o bullying es uno de los principales ejemplos de situaciones angustiosas que, lamentablemente, no hemos podido erradicar como sociedad a pesar de nuestros esfuerzos, ocurre lo mismo con el siguiente ejemplo:
- El acoso laboral. Si pensábamos que los problemas se acababan después de terminar la escuela, estábamos equivocados. Este hecho es especialmente lamentable, pues en el 26% de los casos las empresas con trabajadores que reportan haber sufrido acoso no hacen nada para terminar con él.
- El riesgo de muerte, ya sea la de un ser querido o la de uno mismo, siempre ha sido y siempre será una situación que nos produzca angustia, sobre todo porque, sin importar lo que hagamos al respecto, no podemos evitarla.
- Cuando buscar trabajo se hace necesario, también surgen miles de dudas e inseguridades que más que servir como una motivación para alcanzar nuestro objetivo, hacen del proceso una experiencia por la que todos evitamos pasar.
- En el caso de los niños y hasta en algunos adultos, podemos encontrar el miedo a las cosas que no podemos ver, como fantasmas, monstruos y a la oscuridad misma. Usualmente, estos miedos desaparecen con la llegada de la adultez, pero eso no significa que no sean un gran motivo de angustia para quienes lo padecen.
- También en niños, especialmente en infantes, encontramos el temor a estar lejos de sus cuidadores, el cual sale a la luz durante situaciones angustiantes y que al mismo tiempo son inevitables como, por ejemplo, el primer día de clases.
- Para muchos, perderse en un lugar desconocido puede no ser la gran cosa, pero para quienes no saben ubicarse, puede ser un infierno. Tal vez parezca algo ridículo, pero los momentos que pasas desorientado realmente pueden volverse unos de los más angustiantes de tu semana.
- Un factor que va de la mano con el costo de la vida es el aumento de la delincuencia y con ella viene la turbación a ser víctima de un robo. Ya sea en medio de la calle o en la seguridad de tu casa, hay quienes nunca se sienten totalmente resguardados.
- Probablemente el mejor ejemplo de angustia es la incertidumbre con respecto al futuro que todos en algún momento sentimos y que debemos aprender a superar, pues hay ciertas cosas que nunca podremos controlar y una de esas es la aleatoriedad del futuro.
- Miedo al dolor; tal vez el más simple y antiguo de todos los casos y; no obstante, el más potente de ellos, porque todos nosotros, al igual que todos los animales en la faz de la tierra evitamos el dolor y sentimos estrés cuando no podemos huir de él.
Relacionados con logros personales:
- Para muchos, llega un punto en la vida en el que sientes que aún no has logrado los objetivos que te propusiste y eso, estimados, es una de las experiencias más angustiantes que podemos vivir. Podemos recuperar pertenencias, dinero y relaciones, lo único que no podemos recuperar es el tiempo, ese se nos escapa entre las manos sin que podamos evitarlo.
- Estudiar para pruebas siempre ha sido un ejemplo de angustia o, por lo menos, algo tedioso y que preferimos evitar; la mala noticia es que, si lo hacemos, los resultados sí que nos traerán alguno que otro problema.
- Conseguir terminar los trabajos en las fechas límites o deadlines siempre ha sido un desafío a la hora de trabajar por cuenta propia, pues el único responsable de poner orden en medio del caos de la procrastinación es uno mismo.
- Con el paso de los años, vamos adquiriendo más responsabilidad y libertad, en especial cuando llega el momento de dejar la casa de los padres. Es natural que nos sintamos más apegados a nuestras familias de lo que personas de otros países puedan estar; por lo tanto, el momento de “dejar el nido” puede convertirse en una experiencia complicada y que trae sufrimiento tanto a padres como a hijos.
- El miedo a ir a la cárcel o el miedo a perder la libertad es, sumado a la moral de cada uno, lo que nos mantiene lejos de cometer actos que vayan en contra de la ley. Este es uno de los casos en los que un poco de angustia nos mantiene seguros y a salvo.
- Muchos trabajadores viven con la desconfianza a ser despedidos y les angustia pensar si hacen bien o no su trabajo, en especial si sus condiciones son precarias y no cuentan con el respaldo de un contrato. Esta situación podría solucionarse si mejorásemos las políticas de trabajo.
- Por último, pero no menos importante, la angustia que sentimos al fracasar en alguna de nuestras empresas. Sin importar el tamaño ni la trascendencia de la misma, todos sentimos miedo a fracasar y muchas veces decidimos no intentarlo siquiera o, por el contrario, sentimos un extraño vacío en nuestro interior cuando lo intentamos y las cosas no salen como esperábamos.
Tipos de angustia
Como podemos ver por los ejemplos anteriormente descritos, la angustia surge a partir de la diferencia entre la realidad y el escenario ideal. Habiendo establecido este punto de partida, podemos identificar distintos subtipos de angustia que han sido planteados y discutidos por científicos y filósofos en partes iguales:
- Angustia normal: la que sentimos como respuesta a las situaciones de riesgo. Se caracteriza por la agudización de los sentidos.
- Neurosis: la sensación de angustia o malestar continuo que puede afectar nuestra vida diaria y que puede provocar trastornos mentales más severos como la depresión.
- Angustia psicótica: condición psicótica que solo puede ser tratada con fármacos antidepresivos y neurolépticos.
- Trastorno por ataques de angustia: periodos de estrés también denominados crisis de pánico. Esta crisis ocurre de forma reiterada y se caracteriza por síntomas como la sudoración excesiva, falta de aire, etc.
Cabe señalar, además, que cuando uno de estos ejemplos de angustia se vuelve constante en nuestras vidas, es decir, cuando se vuelve un estado crónico, quienes lo padecen comienzan a decaer física y psicológicamente.