15 Ejemplos De Comedores Compulsivos
Los comedores compulsivos forman parte de un problema que va en aumento en el mundo occidental, gracias a las facilidades que el progreso ha traído consigo.
Al ser algo que se mide mediante la percepción individual, no hay una medida estándar para determinar quién es un comedor compulsivo y quién no lo es. Sin embargo, hay ciertas señales que pueden alertarnos sobre un problema en nuestros hábitos alimenticios como comer a escondidas o hacerlo hasta que nos sintamos mal.
En el siguiente artículo podrás encontrar la explicación de este y muchos otros ejemplos de comedores compulsivos.
15 ejemplos de comedores compulsivos
- Comer demasiado rápido es de los ejemplos de comedores compulsivos que pasa más desapercibido debido a que, muchas veces, el ritmo de vida actual nos obliga a hacer todo cada vez más a prisa. El principal problema de esto es que, entre más rápido comemos, más nos cuesta distinguir cuándo estamos satisfechos.
- A pesar de que algunos dicen que se deben respetar los horarios de las comidas para llevar una dieta saludable, lo cierto es que comer cuando no se tiene hambre no es del todo sano. Lo recomendable es establecer horarios y comer solo lo suficiente como para satisfacernos y no hasta acabar la comida en el plato.
- Comer hasta sentirse demasiado lleno es uno de los principales problemas de gran parte de la población primer mundista, la cual tiene los recursos necesarios no solo para que las personas no pasen hambre, sino también para comer de más. Esta situación es una de las mayores causas de problemas a la salud en la actualidad.
- Comer cuando se está enojado o triste es una de las respuestas emocionales más comunes entre muchos niños, jóvenes y adultos que no han aprendido a lidiar con sus problemas de forma saludable. Si conocemos a alguien que incurre en estos actos, debemos intentar ayudarlo mostrándole mejores maneras de solucionar sus conflictos.
- La ansiedad es de los ejemplos de comedores compulsivos más característicos, pues casi siempre es la razón que gatilla la ingesta descontrolada de alimentos. Cuando nos sentimos ansiosos, todo nuestro cuerpo responde de maneras extraordinarias, en especial muestro cerebro, que nos pide alimentos ricos en calorías y grasas.
- Al igual que la ansiedad, la depresión está asociada a muchos de los casos de comedores compulsivos. Es debido a la depresión que las personas no pueden salir de este círculo vicioso de comer de más, sentirse culpable por hacerlo, no hacer nada al respecto y repetir el proceso una y otra vez.
- Los comedores compulsivos son propensos a presentar obesidad por las grandes cantidades de comida que ingieren con más frecuencia de la que deberían. Si bien ingerir mucha comida no vuelve a todo el mundo obseso, existe una relación evidente entre este hecho y el sobrepeso.
- En caso de que los comedores compulsivos tengan sobrepeso, es probable que sientan que no son aceptados en la sociedad por su físico. Lo que puede traerles problemas de autoestima. En muchos casos, caen en estados depresivos graves que les impiden hacer algo para cambiar su condición y su imagen corporal.
- Por lo general, estas personas tienen una muy baja tolerancia al estrés y lo demuestran sucumbiendo a la presión y a sus deseos de escapar de situaciones complicadas. Su forma de escape casi siempre es la misma: la comida. Entre más comida consuman, más alejados estarán de los problemas de la vida cotidiana.
- Otro de los ejemplos de comedores compulsivos es la impulsividad que caracteriza sus acciones. Es bien sabido que como haces una cosa haces todas las demás; situaciones así pueden verse en el día a día de estas personas, pues, al igual que con la comida, tienen problemas para controlar otros impulsos.
- Entre los alimentos más consumidos durante los atracones de comida están los que tienen mayor porcentaje de grasas, calorías y azúcares. A pesar de ser muy dañinos, estos alimentos son los únicos que parecen saciar las necesidades inmediatas de las personas que buscan un escape de la realidad y actúan casi como drogas.
- Es común ver a estas personas intentando distintas dietas y fracasando a poco de haberlas iniciado. Esto ocurre porque su problema no tiene tanto que ver con algo físico, sino con algo en sus mentes, por lo que, para sanarse, deben buscar ayuda psicológica y el apoyo emocional de sus seres queridos.
- La fatiga puede ser consecuencia de muchas cosas, como las deficiencias nutricionales en la dieta o el cansancio corporal por cargar con un peso mayor al que nuestro esqueleto puede soportar. El cansancio exagerado siempre es un síntoma de algo más grave, de modo que debemos acudir al médico si nos sentimos así.
- Los calambres intestinales aparecen con frecuencia después de ingerir comidas pesadas como la carne y los lácteos altos en grasa. Estos malestares son un problema pasajero si dejamos descansar a nuestro intestino, no obstante, cuando comemos mucho de forma reiterada, el dolor también se vuelve constante.
- El último de los ejemplos de comedores compulsivos es que estas personas comen a escondidas, porque saben que su comportamiento no es normal y no quieren que otros los descubran.
La comida sirve para nutrir el cuerpo y nunca debe convertirse en una forma de escapar a los problemas. En ese sentido, si conoces a alguien con estos síntomas, es probable que estés frente a un comedor compulsivo.
¿Cuáles son las consecuencias?
Incluso si dejamos de lado las consecuencias estéticas que la ingesta exagerada de comida provoca en nuestro cuerpo, sobran motivos para preocuparse por quienes comen de manera compulsiva.
Algunos de los más destacables son los efectos negativos que esto tiene en nuestra salud, los cuales pueden ir desde dolores estomacales hasta la intoxicación.
En segundo lugar, está el desgaste físico que produce el sobre peso (en caso de que el comedor compulsivo presente esta condición): la fatiga, los problemas cardíacos, el dolor en las articulaciones, entre otros. Todos estos son ejemplos del daño que podemos causarnos a nosotros mismos.
Finalmente, está el factor emocional ligado a lo cómodos que nos sentimos con nuestra apariencia. Es innegable que si no seguimos ciertos cánones de belleza seremos rechazados por la sociedad o por nosotros mismos. Esto puede provocar episodios de depresión especialmente entre los de más baja autoestima.