Cuento «La niña de los fósforos»
Había una vez una niña llamada Elsa, que vendía fósforos en la calle para poder ayudar a su abuela, quien la cuidaba y a quien le debía mucho dinero por los gastos que había ocasionado su enfermedad. Elsa era muy pobre y tenía que trabajar todo el día para poder ganar algo de dinero y llevar comida a casa.
En una fría noche de invierno, Elsa salió a la calle a vender fósforos, pero nadie quería comprarlos porque el frío era demasiado intenso y la gente prefería quedarse en sus casas. La niña comenzó a caminar sin rumbo fijo, intentando encontrar algún lugar donde refugiarse del intenso frío, pero no encontró nada.
Cada vez hacía más frío y Elsa estaba muy cansada, así que decidió encender algunos de los fósforos que todavía tenía para intentar calentarse un poco. Mientras los encendía, la niña se imaginaba estar en un lugar cálido y acogedor, rodeada de su familia y amigos, disfrutando de la Navidad.
De repente, Elsa tuvo una visión: apareció su abuela, quien le sonreía y le tendía los brazos. La niña se sintió muy feliz y corrió hacia ella, pero en ese momento los fósforos se acabaron y Elsa volvió a la realidad. Estaba sola, en una calle fría y oscura, y la nieve comenzaba a caer con más intensidad.
Elsa se echó a llorar, pero en ese momento sucedió algo mágico: su abuela volvió a aparecer, esta vez en forma de ángel, y la tomó de la mano. Juntas volaron hacia el cielo, donde encontraron un lugar cálido y acogedor, rodeado de luz y amor.
La niña se sintió muy feliz y agradecida, y comprendió que su abuela siempre estaría con ella, aunque ya no estuviera en este mundo. Además, aprendió que los deseos y las visiones mágicas pueden ayudarnos a sobrellevar las dificultades de la vida y a encontrar la felicidad en los momentos más oscuros.