«Cuento del lobo» por Esopo
Había una vez un niño llamado Pedro, que era el encargado de cuidar las ovejas de su padre en el campo. A Pedro le gustaba mucho jugar y divertirse, y a menudo se aburría mientras veía las ovejas pastar. Un día, decidió hacer una broma y empezó a gritar: «¡Lobo! ¡Lobo! ¡Viene el lobo!».
Los habitantes del pueblo, alarmados por los gritos del niño, corrieron hacia el campo para ayudar. Pero cuando llegaron allí, se dieron cuenta de que no había ningún lobo y Pedro se reía de ellos. Los habitantes regresaron a sus hogares, decepcionados y molestos por haber sido engañados.
Al día siguiente, Pedro decidió hacerlo de nuevo. Empezó a gritar: «¡Lobo! ¡Lobo! ¡Viene el lobo!».
Otra vez, los habitantes del pueblo corrieron hacia el campo para ayudar, pero se dieron cuenta de que era otra broma del niño. Esta vez, estaban aún más molestos que la vez anterior y le advirtieron que no lo hiciera de nuevo, ya que en caso de una emergencia real, no estarían seguros de si era verdad o una broma.
Pero Pedro no aprendió su lección. Al tercer día, mientras cuidaba las ovejas, vio un lobo de verdad acercándose. Asustado, empezó a gritar: «¡Lobo! ¡Lobo! ¡Viene el lobo!».
Pero esta vez, los habitantes del pueblo no lo tomaron en serio. Pensaron que era otra broma del niño y no se molestaron en ir a ayudar. El lobo, aprovechando la oportunidad, atacó a las ovejas y mató a varias de ellas antes de que Pedro pudiera escapar y correr de vuelta al pueblo para pedir ayuda.
Cuando los habitantes del pueblo se dieron cuenta de lo que había pasado, se dieron cuenta de que habían sido engañados por Pedro y que ahora, por su culpa, habían perdido muchas ovejas. Pedro se dio cuenta de su error y se arrepintió de haber hecho bromas tan peligrosas.